martes, 5 de abril de 2011

Acoso en la escuela de Juul

Ha llegado a mis manos un cuento, por gentileza de la madre de una paciente niña que me lo ha regalado, que me ha impresionado sobremanera por la crudeza con la que se puede escribir una metáfora tan clara y directa sobre el maltrato entre iguales.

Juul, cuento publicado en España por la editorial Lóguez y cuyos autores son Gregie de Maeyer y Koen Vanmechelen. Desde su publicación en 1996, en Bélgica, Juul ha sido un álbum ilustrado muy controvertido, alabado por unos y denostado por otros. A nadie deja indiferente.

Puede resultar duro para los niños, pero quizá presentar las cosas como son y como las siente el personaje puede ayudar a los niños a conectar con el dolor de los que son burlados, agredidos y dañados. Otra forma de maltrato, la que se produce ente los propios niños, que debería hacernos reflexionar a los adultos sobre los modelos de aprendizaje social que les ofrecemos en los medios de comunicación. A mí me choca mucho escuchar en la calle la frase que dice: “ya sabes lo crueles que son los niños…” Nada más lejos de la realidad, en mi opinión. Cuando a un niño se le proporciona afecto y límites consistentes y segurizantes, se convierte en el ser más cariñoso que pueda existir. Creo que sería más apropiado afirmar que si algunos niños son crueles, ¿no tendrá acaso algo que ver el tipo de adultos que tienen como referentes? Y si me apuran, ¿no tendrá también que ver el tipo de adultos a los cuales los niños tienen acceso a través de los medios (el cine, la TV, los videojuegos…)?

Pienso que este cuento puede contarse a los niños con el acompañamiento de un adulto porque les ayudará a comprender empáticamente el daño que se puede llegar a hacer con las agresiones y con los insultos. Es educativo para utilizarlo en la escuela sobre todo, el espacio de convivencia diario del niño con los otros. En mi opinión, sin el adulto, yo no permitiría que un niño lo leyera porque es aquél quien puede hacer entender, matizar, elaborar y ayudar a comprender esta impactante historia. Es quien puede hacer de filtro estabilizador de esta descarnada historia y convertir este cuento en una herramienta educativa y no solamente en una historia de terror que ventila lo peor del ser humano. Con la narrativa de un adulto adecuado que organice y dé el adecuado sentido a esta historia, creo que puede resultar educativamente edificante. Es importante atender a lo que sienten los niños, y también a lo que piensan, para recoger sus emociones y ayudarles a desarrollar un pensamiento ético.
Creo que sí habría que ser especialmente delicados con niños que hayan sufrido trauma en forma de cualquier tipo de malos tratos, sobre todo porque puede que no estén preparados para asimilar el impacto de un relato que puede hacer que reactive emociones traumáticas.

Os dejo con el cuento, y espero vuestras opiniones:

Juul tenía rizos, rizos rojos como hilos de cobre, eso gritaban todos: ¡hilos de cobre! ¡tienes sangre en el pelo! ¡Caca roja! Un día Juul cogió unas tijeras y rizo a rizo se los cortó.

Juul tenía la cabeza pelada y todos le decían: ¡bola de billar! ¡cara de huevo! Por eso se puso un gorro. Al no tener pelo, el gorro le caía encima de las orejas y éstas se le salían un poco, '¡orejas de soplillo! ¡Dumbo! ¡echa a volar!', le llamaban ahora. Eso le hubiese gustado a Juul, volar muy lejos de allí. De dos rabiosos tirones Juul se arrancó las orejas. Como no tenía orejas el gorro le caía encima de los ojos impidiéndole ver, y empezó a chocarse contra las paredes, contra los otros chicos, contra las sillas, Juul veía las estrellas y empezó a bizquear. Entonces los niños empezaron a llamarle: ¡bizco! ¡Cegatón! ¡Juul es un cegatón! Juul cerró fuertemente los ojos hasta que se le salieron de las órbitas, cayeron al suelo como dos canicas calientes, pero no botaron. Tenía tanto, pero tantísimo dolor, que apenas podía pronunciar una palabra, gemía, babeaba y balbuceaba mientras los otros le decían: ¡tartaja! ¡Baboso! ja, ja, ja ¡miren, Juul no sabe hablar! Juul metió su lengua en un enchufe de la luz, se quemó media boca y su lengua, desapareció.
El dolor era tan insoportable que Juul apenas podía caminar, las piernas se le torcían y le fallaban y los chicos le decían: ¡Juul el patizampo! ¡Juul piernas torcidas! Juul se fue al tren, puso las piernas sobre las vías, cuando éste pasó dejó un gran reguero rojo.
Alguien encontró a Juul, alguien lo sentó en una silla de ruedas, y mientras Juul empujaba y empujaba para escapar los niños seguían gritándole: ¡Juul el ruedas! ¡Juul el ruedas! cuando le alcanzaron, le mancharon de porquería las ruedas y ahí donde él tenía que agarrarse para escapar. De la rabia que le dió metió sus manos en agua hirviendo, para tenerlas siempre limpias, pero estaba tan caliente, que se quemó; y le salieron ampollas y llagas que le supuraban. El médico las mandó amputar y los chicos le decían: ¡brazos de salchicha! ¡Desgraciado! Juul se hizo llevar al zoo, a la jaula de los leones, metió los brazos por los barrotes y un león se los comió.
Juul sólo era cabeza y torso y los niños decían: ¡qué pena de torso! ¡si no lo tuviese podríamos jugar al fútbol con su cabeza! Así que entre todos tiraron y tiraron hasta que le separaron la cabeza del tronco. Pero resultó que la cabeza, aunque se podía chutar, no botaba bien; y los niños, cansados, dejaron a Juul abandonado en la zona de penalti. Alguien pasó por allí, lo recogió, le dió de comer, lo mimó, le pusó un lápiz en la boca, le ofreció un papel y le preguntó: -¿pero qué te ha pasado? A lo que Juul contestó:
Yo tenía rizos rojos, como hilo de cobre
Eso me gritaban todos: ¡hilos de cobre!
¡Tienes sangre en el pelo! ¡Caca roja!
Por eso rizo a rizo, me los corté...

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